Según la Organización Mundial de la Salud, cada año cerca de 15 millones de personas en el mundo sufren un ataque cerebrovascular. De ellas, alrededor del 35 % quedan con algún tipo de discapacidad permanente. En Colombia, esta enfermedad se ha convertido en una de las principales causas de muerte y discapacidad, y según el Ministerio de Salud, las mujeres son las más afectadas. Entre esas cifras está la historia de Carolina Mosquera, una madre antioqueña que, a sus 31 años, vio cómo su vida dio un giro inesperado, y también descubrió en la recuperación y el acompañamiento médico una oportunidad para renacer.
En el marco del Día Mundial del Ataque Cerebrovascular (ACV), el Hospital San Vicente Fundación Medellín hace un llamado a la conciencia sobre la importancia de reconocer los signos de alerta y acudir oportunamente a un centro de salud de alta complejidad. Rostro caído, debilidad repentina en un brazo o una pierna, dificultad para hablar, pérdida de la visión o alteración del equilibrio son señales que requieren atención inmediata. Cada minuto cuenta, y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la discapacidad permanente. Desde su programa especializado en rehabilitación física y neurológica, el Hospital ha consolidado un modelo de atención interdisciplinario que combina la excelencia médica con el acompañamiento humano y familiar, enfocado en devolver a los pacientes su autonomía, funcionalidad y calidad de vida.
Ese compromiso se refleja en la historia de Carolina Mosquera, quien sufrió un ACV en mayo de este año, pocos días después de celebrar su cumpleaños número 31. Desde entonces, ha enfrentado un exigente proceso de recuperación física y emocional de la mano del equipo de especialistas del Hospital San Vicente Fundación Medellín y del apoyo incondicional de su madre, María Elisa Moreno, y de toda su familia, quienes se han convertido en su mayor fortaleza. Su experiencia evidencia el impacto de una atención temprana, el trabajo interdisciplinario y el amor familiar en la recuperación de quienes sobreviven a un ataque cerebrovascular.
“Mi vida cambió por completo después del ACV. Pasé de ser una persona activa e independiente, a no poder moverme ni hablar. Al principio tuve que alimentarme por una sonda y comunicarme con un abecedario que me hicieron mis hermanas, porque con la traqueotomía no era tan fácil comunicarse. Poco a poco, gracias a las terapias y al apoyo del equipo médico del Hospital San Vicente Fundación Medellín, pude volver a comer, a pronunciar mis primeras frases y a recuperar fuerza en mi cuerpo. También recibí acompañamiento psicológico y psiquiátrico, que me ayudó a aceptar mi nueva realidad y a seguir luchando. Ha sido un proceso muy complejo, pero con la rehabilitación, la fe y el amor de mi familia he vuelto a sentir que puedo salir adelante,” agregó Carolina Mosquera, paciente en proceso de rehabilitación tras un ACV.
Con más de cinco décadas de experiencia en rehabilitación integral, el Hospital San Vicente Fundación Medellín se ha consolidado como un referente nacional en el tratamiento de pacientes que han vivido un ataque cerebrovascular. Su enfoque como Hospital rehabilitador busca mucho más que la recuperación física, apunta a que cada paciente pueda reintegrarse plenamente a su entorno familiar, social y laboral, recuperando su independencia y sentido de propósito. Para ello, la institución cuenta con un equipo interdisciplinario conformado por fisiatras, terapeutas físicos, ocupacionales, fonoaudiólogos, neuropsicólogos y psiquiatras, que acompañan cada etapa del proceso, desde la fase hospitalaria hasta el seguimiento ambulatorio. En este proceso, los familiares son aliados esenciales y reciben orientación constante para continuar las terapias en casa. Además, el Hospital dispone de un simulador de vivienda, un espacio que recrea una casa real para que los pacientes puedan entrenarse en actividades cotidianas y recuperar la autonomía necesaria para su vida diaria.
“Es crítico y fundamental iniciar el proceso de rehabilitación de forma precoz luego de sufrir un ACV. El proceso de rehabilitación debe comenzar muy poco después del evento, incluso mientras el paciente sigue hospitalizado. Es un momento crítico, porque iniciar temprano disminuye complicaciones, mejora la funcionalidad y devuelve la calidad de vida del paciente y su familia. La evidencia científica demuestra que cuanto antes se empiece a movilizar al paciente, a trabajar la deglución, el habla y las funciones básicas, mejores serán los resultados en su recuperación. Por eso nuestro equipo interviene desde las primeras 72 horas, con un plan personalizado que involucra al paciente, a su familia y al grupo de tratantes. La rehabilitación no solo trata el cuerpo, también reconstruye la confianza, la motivación y el vínculo con el entorno, que son esenciales para volver a vivir con dignidad y autonomía,” agregó la doctora Janeth Rosero Vélez, médica fisiatra del Hospital San Vicente Fundación Medellín.
Con el paso de los meses, Carolina ha mostrado avances significativos en su proceso de rehabilitación. Hoy participa activamente en sus terapias, enfocadas en fortalecer su movilidad y recuperar habilidades de comunicación. Aunque aún requiere el acompañamiento constante de su familia y del equipo médico, su evolución demuestra el valor de la perseverancia y del trabajo conjunto entre pacientes, cuidadores y profesionales de la salud. Su historia recuerda que rehabilitarse después de un ACV toma tiempo y exige una batalla diaria, en la que cada pequeño avance representa un paso hacia una mejor calidad de vida y hacia la recuperación de la autonomía.
Casos como el de Carolina reflejan el propósito del Hospital San Vicente Fundación Medellín de brindar una atención integral que no termina con la estabilización del paciente. Una vez superada la fase aguda del ataque cerebrovascular, comienza una etapa decisiva en la que la rehabilitación neurológica y el acompañamiento interdisciplinario son esenciales para recuperar la funcionalidad y mejorar la calidad de vida. En este proceso, la participación de los especialistas en neurología es fundamental, no solo para tratar las secuelas, sino también para educar a los pacientes y sus familias sobre la prevención, el control de los factores de riesgo y la importancia de actuar con rapidez ante los primeros síntomas.
“Un ataque cerebrovascular puede ocurrir en cuestión de minutos, y esos primeros momentos son decisivos para el pronóstico del paciente. Actuar rápido salva neuronas y, en muchos casos, determina qué tan funcional será la persona después del evento. Por eso insistimos en la detección temprana y en el inicio inmediato de la rehabilitación, que permite recuperar capacidades, reducir secuelas y mejorar la calidad de vida. La atención interdisciplinaria, unida al compromiso del paciente y su familia, es lo que realmente marca la diferencia en la recuperación,” afirmó la doctora Katherine Mantilla Barbosa, neuróloga líder del programa de rehabilitación del Hospital San Vicente Fundación Medellín.
La historia de Carolina es una lección de fortaleza y esperanza. Aunque su vida cambió de forma repentina, ha aprendido a enfrentar cada día con determinación y gratitud. Su proceso demuestra que, en medio de las limitaciones, siempre hay espacio para avanzar, adaptarse y encontrar nuevas formas de independencia. Carolina transmite un mensaje inspirador a quienes atraviesan una situación similar, la recuperación después de un ACV toma tiempo, exige paciencia y constancia, pero con amor, apoyo y fe en el proceso, siempre hay una posibilidad para empezar de nuevo.